La primera estampilla para franqueo de correo comenzó a circular en el Reino Unido en 1840. En sus primeros años, las estampillas sólo indicaban el importe por el que valían, el nombre del país emisor, y en ocasiones la imagen de un gobernante o prócer de dicho país.
Hacia finales del siglo XIX, comenzaron a utilizarse estampillas para conmemorar aniversarios o acontecimientos históricos. En estas estampillas, el diseño de las misma ya era más complejo, pues solían mostrar el suceso que se conmemorara, o una representación alegórica del mismo. Esta mayor “amplitud” a la hora de diseñar las estampillas, permitió a los encargados de emitirlas (generalmente dependientes de los gobiernos nacionales), comenzar a utilizarlas como vehículo de difusión de sus ideas políticas, religiosas o de otro tipo. Al definir cuáles sucesos evocar y cuales no; ya se estaba haciendo una selección de contenidos a difundir; y al decidir cómo se los iba a mostrar, se podía completar la idea a transmitir.
Para esa época, las estampillas de correo eran un medio de comunicación realmente masivo; ya que el elevadísimo costo de las comunicaciones telefónicas o telegráficas limitaba su uso, convirtiendo al correo en el medio de comunicación mayoritario para comunicaciones interurbanas o internacionales. Sumado esto a las grandes migraciones vividas en la Argentina en la primera mitad del siglo XX que muchas veces separaban a las familias, imponiéndoles el correo como único medio de comunicación entre sus miembros, se revela la gran masividad del correo y de las estampillas; masividad difícil de concebir hoy en día.
Esta situación se modificó a partir de la década del 70, cuando surgieron las máquinas franqueadoras: A partir de entonces, ya no todas las cartas utilizaban estampillas, pues las que se despachaban desde la oficina de correos eran franqueadas a máquina. Y como la inflación de esa época generaba frecuentes cambios de tarifas, cada vez más cartas eran despachadas en las oficinas de correos (donde se podía preguntar el importe al empleado) y menos en los buzones (ya que no se conocía la tarifa exacta).
A partir de la década siguiente, el costo relativo del teléfono disminuyó notoriamente, lo que generó más comunicaciones por este medio y menos por correo; situación que se incrementó mucho más en la década siguiente con el surgimiento de Internet y del correo electrónico.
En los últimos veinte años, la emisión de estampillas ha perseguido objetivos más comerciales que de propaganda: Como la mayoría de las mismas son compradas por coleccionistas de estampillas, lo que se busca al emitirlas es que sean vistosas y de una temática popular, para poder vender más ejemplares.
En este trabajo analizaremos entonces los mensajes que los sucesivos gobiernos comunicaron (voluntariamente o no) a través de las estampillas que emitieron, desde principios del siglo XX hasta mediados de la década del 80.
Primera etapa: El granero del mundo (1900 – 1930)
El gobierno de la oligarquía centró su poder económico en la exportación de productos agrícolas. Esto podemos verlo reflejado en la serie de 1911 a 1915 llamada “El Labrador” que representa a un agricultor sembrando el campo. El eslabón siguiente de la cadena de negocio, la exportación, también está presente a través de la estampilla que reproduce el Puerto de Rosario en su inauguración (1902).
En el aspecto político, las emisiones de esta época son muy tradicionalistas, destacando los aniversarios de la Revolución de Mayo y de la Declaración de la Independencia.
Segunda etapa: Gobiernos de facto (1930 – 1946)
A partir del 6 de septiembre, las Fuerzas Armadas comienzan a tener un papel predominante en la política argentina, lo que se ve también reflejado en las emisiones argentinas. También fueron los primeros gobiernos en autorreferenciarse en estampillas. Así se emitió una serie en 1930 conmemorando la Revolución en la que se puede ver a los tres jefes de las Fuerzas Armadas y a todos sus miembros marchando junto al pueblo hacia la revolución. Se reemitió dicha serie al año siguiente, y en julio de 1943 se emitió otra serie conmemorando la Revolución que había tenido lugar un mes antes.
En el aspecto económico, el país sigue dependiendo mayoritariamente de las exportaciones de materia prima, temática que se refleja de manera inmejorable en la serie de “Próceres y Riquezas Nacionales” de 1935 en donde 7 de las 8 riquezas mencionadas son productos agrícolas. (La octava es el petróleo)
En esta época se emitieron las primeras estampillas con sobreprecio para fines benéficos: las series Pro-Cartero y Pro-Damnificados por el terremoto de San Juan.
También se destacan las primeras emisiones de temáticas religiosas, sobre los Congresos Eucarísticos Nacional e Internacional.
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