El catálogo Kneitschel 58 es hasta el día de hoy uno de los máss completos y consultados por los filatelistas de Argentina.
Más allá de la información estrictamente filatélica tiene muchas muestras del humor de don Víctor, que aún mantienen su vigencia.
Los siguientes son algunos de esos detalles que hacen amena la lectura de este catálogo:
Las cotizaciones
No importa tanto cuánto abona el coleccionista por un ejemplar, sino cuánto le pagarán el día que decida venderlo. Primordial es la calidad y no todo lo económico es conveniente. A este respecto cito un episodio:
En el bazar de Ispahan, la antigua capital de Persia, un artífice ofrecía abanicos a 500, 200, 100, 50, 20 y 5 Krans la unidad. (El Kran, equivalente a un franco oro, valía entonces apenas 50 céntimos).
Pasó un forastero coleccionista de recuerdos de viajes, y adquirió un abanico por 5 Krans; pagó, pero volvió al rato quejándose de que el abanico se había roto. El hombre de Ispahan preguntó qué fue lo que hizo con el abanico: "Intenté abanicarme", contestó el interrogado. "Pues vea, Señor, le instruyó el artífice. Un abanico tan barato no es para abanicarse moviéndolo, sino que debe abrirse, tenerlo quieto y mover uno la cabeza de un lado a otro."
La autenticidad
Una pieza para merecer el valor cotizado debe, además de ser perfecta, ser indiscutiblemente auténtica. Piezas dudosas señaladas con "me gusta el sello", "tal vez", "puede ser", "hay que estudiarla", o definidas con "pero vea que la tenía mi abuelo en su colección, le hablo del 95", "fíjese que me la obsequió Don Nepomuceno, que tenía la vieja estancia en mis pagos" o "cómo puede ser falso si tiene dos garantías en el dorso", son candidatos predestinados a sumergirse en uno de los panzudos clasificadores de falsos.
Los colores
Los colores son genéricos; los subcolores no mencionados y toda la gama de matices están incluídos en el precio del color catalogado.
He tratado de expresarme con sencillez y claridad, evitando las sublimidades de la terminología filatélica , como ser: "azul relámpago", "cobre muerto", o "rojo de camarón", tan apreciada por algunos detallistas.
Falsificaciones y obliteraciones falsas
Las describí parcialmente en la edición de 1943, páginas 281-306, y tuve la intención de incluirlas nuevamente, muy ampliadas.
Después de visitar las últimas dos Exposiciones locales, y al concluir de revisar algunas colecciones expuestas y otras que no conocía, comprobé que los únicos que asimilaron mis advertencias fueron los falsificadores, que mejoraron sus productos.
Por consecuencia, he desistido de mi propósito.
La simbiosis
El comerciante de sellos constituye el eslabón imprescindible entre el coleccionista y su afición. Sin su intervención no habría catálogos, álbumes, bisagras, pinzas, revistas expertizaciones, novedades, exposiciones y valorización ni la posibilidad de completar la colección. (...)
El profesional completo es generalmente un tipo de buen humor, siempre y cuando algún visitante petulante no lo cambie en brusco.
Para no romper la armonía, el coleccionista debería respetar también algunas consideraciones dignas de ser estimadas, como ser:
Saludar a los presentes al entrar, sea en un local u oficina. El saludo tiende instintivamente una fina línea de simpatía entre la gente.
No intentar adquirir sellos sin entusiasmo y con una cara de circunstancias.
En tal caso, es aconsejable que el interesado procure antes caminar mucho, nadar y tratar de saturarse de sol y oxígeno.
Una vez equilibrados cuerpo y espíritu, coleccionar será un placer puro.
Estos son sólo algunos ejemplos; continuará.....
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